Había comenzado la fiesta, los triunfadores se vieron envueltos por la magia de la nueva ciudad, que sería además, la capital de su imperio. El palacio recibía oficialmente a su nuevo rey y a sus generales. Todos ya estaban dentro, se escuchan los gritos de los colmados por el vino, las risas disparatadas de algunos de sus oficiales, las carreras de los sirvientes con ricos platos, el andar de los nuevos dueños por suelos de mármol. Música¡ suena la música y todos se vuelven desde sus divanes hasta el centro del salón del trono. Comienza una danza muy especial.
Me sonó esa música, quizás la recordaba con otros arreglos pero muchos años después. Salí de la habitación, bajé los escalones azules con alfombras tejidas en oro, asome al balcón que daba al salón del trono y vi a un joven hermoso, casi desnudo, moviéndose magistralmente ante el Alejandro coronado y cubierto de oro y con el estómago repleto de vino que no le quitaba ojo. Casandro y los demás, quizás más borrachos que el rey, o quizás menos, quien sabe, animaban los movimientos sensuales del joven.
Baje las escaleras, ya estaba metida entre el harén, las madres, los hijos, las favoritas, las vestales, las sacerdotisas, las visionarias, todo un mundo de mujeres. Arropada con velos celestes nadie reparó en esta visitante del tiempo. Me acerqué un poco más, quería ver que tenía tan maravillado a Alejandro.
Es un eunuco, dijo alguien a mi lado. Me sorprendí porque nunca había visto uno tan cerca. Bailaba muy lento delante del rey. Cubierto tan solo con una falda transparente, dejaba su cuerpo suave, moreno y terso que fuese acariciado por la música. Alejandro estaba radiante y sus ojos seguían al joven. Corre tras el¡ decía uno de sus generales.
Del techo caían pétalos de rosas, de las dos fuentes manaban vino, algunos se tiraron de cabeza llevados por el delirio. Alejandro se levanta, toma al joven de la cintura y le da las gracias por el baile. -Dale un beso- dicen sus generales amigos y besa al joven en la boca. Desde ahora pasará a su servicio personal.
Algo me sobrecoge, dónde está Hefestión?… dónde, dónde…..
Y allí semi-oculto tras una columna con los ojos llenos de pena, el más amado se deja caer, mira al suelo, suplicio que come su corazón. Ya tiene otro rival que distraerá a su rey amado. Veo en su rostro lo que piensa, siempre estará en segundo plano.
Esquivo las risas de los generales borrachos, los que se caen porque ya no pueden más con sus cuerpos y sus panzas llenas de vino y carne. Atropello a más de uno con mis prisas, pero debo llegar hasta Hefestión antes de que se desplome por la pena.
-Ya te he encontrado- me mira con tristeza. Me toma la mano, me coge por la cintura y a un signo con la cabeza, los tres músicos que estaban a nuestro lado comienzan a tocar unas notas, suaves y pausadas y poco a poco los dos cuerpos comienzan a sumirse en un baile lleno de insinuaciones, miradas a los ojos, gestos de provocación, quiero y no quiero.
Se apagan las risas, se vuelven los invitados, en tan solo unos minutos todos quedan asombrados y llevados por los ensueños salidos de estos instrumentos de cuerda, Hefestión y yo dejamos el rincón donde nos hemos encontrado y bailamos alrededor de las dos fuentes. Con túnicas blanca y capa de azul raso, vamos paso a paso provocando el encuentro, medio caer sobre la fuente de mármol.
Dadadaaaaa…. suave, muy suave, los dos cuerpos al mismo compás, nos acercamos, dadadaaaa… nos encontramos y nos rozamos los cuerpos por entero…. dadadaaaaa sus labios en los míos…dadadaaaa los cuerpos siguen con sus ondulaciones. Un poco nos separamos y todos ven como está Hefestión con su espada empuñada de amor.
Dadadaaaaa media vuelta da mi cuerpo, ahora le tengo a mis espaldas. Dadadaaaa…. nos rozamos, levanta mi túnica, deja mis nalgas a la vista de todos. No me importa, es sensual, es sexualmente provocador. Hefestion me da un mordisco en el cuello y me vuelvo devolviendo con una mano, el daño por la desnudez de su cuerpo. Pecho suave, brillo de aceites untados. Bailamos al mismo son, los dos nos provocamos…
De reojos miro al rey, Alejandro a Bagoas ha abandonado y nos mira como un cordero camino del matadero, con un gesto obsceno le señalo y toco el sexo de Hefestión para que sepa que ahora es mío. Es lo que vale un desaire a quien los dioses siempre tocaron y amaron.
Dadadaaaa caemos en un diván, cojines de telas de oro, luces y candelabros caen la suelo, cestos de frutas y copas de oro llenas de vino, todo al suelo por el empuje que poco a poco Hefestión ha comenzado; me dejo, sigo su ritmo y a la vista de todos, fuera las túnicas que poco tapan ya. Desnudos y deseándonos uno al otro y levantando la lujuria de los presentes, atónitos, atontados por el vino y por ver a Hefestión como nunca lo imaginaron.
Dadadaaaa ….sigue la música, al mismo ritmo que los dos cuerpo ya juntos y bien acordados. Beso su bello rostro, sus ojos que me tienen loca, la boca que me hace morir, sus muslos tan deseados por más de uno allí. Le poseo, le amarro a mi ser con lazos que sólo el amor comprende.
Dadadaaaa… la fuente ha estallado, le siento dentro de mi, me desmayo, la petite morte dicen ahora los franceses; un desmayo de placer, Hefestión está agónico de placer. Poseer es su reino, el que siempre ha sido poseído.
Dadadaaaa….beso su mejilla sudorosa, mira al suelo avergonzado, me mira, le sonrío, me levanto, me pongo la túnica desafiante, miro a todos los presente, me acerco a Bagoas con mirada de furia….
-Eres capaz de superar esto-
Cojo un jarro de agua y me lo hecho por la cabeza abajo, me siento bajar el líquido por mi cuerpo sudoroso y lleno de amor de mi amado Hefestión que sigue tirado en el diván dorado.
Llego hasta los escalones, me vuelvo y en un reto digo en alto:
-Esto va por ti, Alejandro-
DAMADENEGRO 26/1/2011